jueves, diciembre 23, 2010

FUEGO DE ARCADE

Y de nuevo me encuentro a mi mismo nadando sin cesar. Un largo, dos, tres...;el agua, azul marino no hace más que recordarme a Juliette Binoche( trois couleurs: bleu, Kieslowsky) sudando la gota gorda en agua clorada, mientras expía todos sus pecados humanos y divinos. Pero, eso no me impide una valoración más allá de la natación, ya que en esta última temporada he podido disfrutar de nuevo de “matar un ruiseñor” de Robert Mulligan, una película imprescindible para cualquier cinéfilo que quiere sentirse en paz consigo mismo, aprender un par de cosas de la vida y a la vez anhelar comportarnos( todos podríamos llegar a ser, si quisiésemos) como el protagonista Atticus.
En ese preciso instante parece que el tiempo se detiene ante mis ojos, he probado, dastatu dut berez, on peut dire sans doute, las mieles del amor en mis labios. Probado, arriesgado. Sin embargo, hace años( se ha consumado la friolera de la pluralidad) que lo considero un enorme fracaso. Por lo tanto, probar, arriesgar, fallar. No pasa nada, probé y fallé, así que ahora me toca vivir ermitaño, sufriendo en mi propia agonía. Probé y fallé y ahora ya no deseo probar de nuevo. El tiempo, que pasa como siempre inexorable ante nuestro destino, diré si conlleva razón mi condición sine qua non de ser agónico, de ente acabado.
Y es en este preciso instante que se detiene ante mis ojos de nuevo. Solamente entonces me traslado mentalmente a multitud de lugares del mundo que mis ojos han podido saborear, tomo conciencia de mi fragilidad y me doy cuenta de algo que ya sabía, pero que me negaba a admitir en otra época: que estoy acabado como ser humano. Nada más lejos de la verdad que el sufrimiento que arrastro día tras día, con engaños hacia mi mismo me doblo ante la vida como plastilina al fuego. Y sufro en silencio...

http://www.youtube.com/watch?v=XAitZuh4ueg