miércoles, mayo 25, 2011

FIN DE LAS COSAS

He sufrido en mis propias carnes lo que significa perder lo que amas. Aparte de situaciones banales varias, y perdidas de escaso valor material pero de alto valor sentimental, ayer mismo la muerte volvió a golpear mi puerta con franqueza y melancolía. Hay que reponerse de nuevo, siempre es la misma historia entre bastidores. Porque de bambalinas y arlequines se puede hablar aquí y ahora durante horas. No obstante, no me promulgaré en exceso sobre las catástrofes y me cerniré más en la vida cotidiana.
Todavía con agujetas en los dedos( hacía más de 10 años que no iba a la mesa electoral), y con dolor en el alma( al final ha salido a luz RED JOHN), vengo a vosotros con el ánimo caído, pero con ganas de retomar el camino y la senda preestablecida. Golpeado, sí. Machacado, también. Pero, nada, y digo nada, me va a hacer decaer del objetivo final que se cierne como nosotros como ave carroñera.
Para agudizar la melancolía he vuelto a caer en la trampa de “tal como éramos”. Otra vez enfrente del hotel, otra vez revindicando causas imposible, luchando contra corriente, peleando contra las injusticias morales, políticas o sociales.
Nada como el sol, nothing like the sun, bajo el sol ateniense, el amanecer romano. Y ahora le toca el turno al oráculo de Delphos: ¡dime, por dios, qué me deparará el futuro!

http://www.youtube.com/watch?v=23MCTV6Gj2k&feature=player_embedded#at=12