lunes, marzo 30, 2009

¿FUNCIONO?

Yo también tengo miedo
Sé que dudé de ti, pero nunca más lo volveré a hacer. Ya no volveré a dudar nunca más de ti, nunca más. Te lo juro. Tú sabes que digo solamente la verdad , nunca te mentiría en un momento así. ¡que me muera ahora mismo si lo que digo disiente de la realidad incluso en su mínima expresión!
Parece completamente tonto, no obstante necesito escucharlo una vez más el susurro en la almohada. Noches en vela sin poder saber la razón, me cuesta decidirme. 2:00 a.m. Después de los pantalones, viene la camisa que junto con el jersey hace un complemento adecuado. Preservativos en el bolso, cosmética explosiva de un mundo sin razonamiento. Música de los 80 en el I-pod, eras un niño cuando sonaban sin cesar estribillos que han marcado tu vejez. Las llaves encierran la puerta de salida de mis rencores, y la luz automática del hall de la escalera se enciende con mi presencia mientras el ascensor se resiste a llegar. Apuro en último pensamiento intrascendente sobre la edad, las arrugas y el amor sin desenfreno. Elevador amado aparece en el momento adecuado. Nada más vulgar que energía en estado puro me remite a la boca de tren que deslumbra en la oscuridad de la noche, la inmensidad de la niebla nocturna me recuerda que no solo las canciones antiguas te hacen sentirte vivito y coleando. Canas al viento, un mechero y una mujer fumando en la esquina de la óptica me observa con ojos de gata en el preciso instante que le pega la calada de rigor al chupete de nicotina. Es la noche en la que los gatos son pardos y las gatas felinas. Eras un niño cuando el jardín era un amasijo de hierba descontrolada e infundía repulsa. Ahora has crecido, el césped te impulsa a tumbarte. Humedad en la espalda, la contaminación lumínica impide el reflejo de las estrellas en la gran ciudad, pero ¿y qué más da si son cosas de la edad? De pequeño todo lo veía gris, oscuro gris que inundaba mi quehacer diario. Ahora lo sigo viendo gris pero nada a mi derredor ha cambiado. Solo he sido yo. He sido yo el que ha cambiado, el césped nunca cambió. Sigue con la misma textura , es mi espalda la que ha cambiado que nota mejor el rocío matinal mientras un suspiro sale de mis labios carnosos. Casi un silbido, la fumadora ha salido de caza con sus ojos de cristal, el viejecito del bastón se aproxima hacia mi cuando el sol hace temblar cada célula de mi existencia. El cielo nuboso lloriquea, y las gotas empiezan a golpear mi faz. Desnuda, mi alma , se resiste a crecer. El final es el inicio del fin. Ahora ya no sé que hacer. Je sais pas quoi faire. Quizá me quede un rato más tumbado en la hierba, solo un ratito más. Hasta que el viejecito me salude fugazmente con el sombrero. ¿El I-pod? Sigue vomitando rengaines.

2 Comments:

Anonymous binfer said...

Grande Fabio.. a ver cuando das el salto y haces un libro.

11:37 a. m.  
Blogger Fernando said...

Yo también dude de tí Fabio, pero no te preocupes que nunca más lo volveré a hacer. Sé que en el fondo no deseas ningún mal a nadie, ni siquiera a tí mismo. ¡Qué grande es ese sentimiento que nos invade a los dos!: El Amor".
Quiero que seas féliz y disfrutes del césped que te rodea, tal y cómo hiciste en su día.
A ver si te das cuenta de que todos nosotros seguimos estando justo dónde nos dejaste...

9:16 a. m.  

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