viernes, noviembre 24, 2006

EL SUICIDIO NO CONPENSA

Y nada más lejos de la realidad. Hace breves instantes lo comentaba con una persona muy especial comiendo unas vainas con patatas. Compungido por el intento de suicidio acaecido a escasos metros de mi casa. Da la casualidad de que cerca de mi barrio existe un puente bastante prominente. Comunica el barrio de Bolueta – Santutxu con Miribilla. Construido ya está construido un pasaleku (camino para atravesar el puente a pie) , pero a nuestro querido alcalde se le ha ocurrido la feliz idea de poner un cartelito de prohibido el paso a peatones. La acera y todo ya está hecha y dispuesta para que los infelices ciudadanos no demos una vuelta del demonio para alcanzar la morada. Pero el aviso de “prohibido el paso” no resulto demasiado eficaz para el presunto suicida. Él ya lo tenía claro: quería ver a su amada lo antes posible. O por lo menos antes de tirarse al vacío. Vacío m vacío no está el río , pero el golpe hubiese sido para recogerle con pala. O con excavadora porque desde esa altura tengo la sensación que contarla significa más que un milagro.
Entonces fue cuando se dispuso a saltar, parafernalia periodista y psicóloga de la policía incluida. Según “el correo “ se llamaba María. Tras una o dos horas de batalla dialéctica entre María y dos agentes sujetaron al individuo a la fuerza, le sacaron del borde del abismo y le sentaron en el suelo. Como no podía ser de otra manera rompió a llorar. Y es que el sentimiento de suicidio puede ser tan fuerte como para llorar y llorar. Se dice que los hombres no lloran, que no sufren, que aguantan con todo lo que les echen. Y es que a un hombre se puede echar cualquier cosa encima, incluso hasta las penas.
Todo esto me hace recordar aquel chaval de 16 años que conocí en el colegio donde estudiaba de chico. Era risueño y más bien callado pero se enamoró. Como el amor no es perfecto, la chica decidió que debía hacer un cambio en su vida. Este chico, llamémosle Carlos, sufrió y sufrió en silencio el desamor como una tortura. Si el 95 % de las canciones que se editan el planeta hablan de amor, es que debe significar algo. Algo importante diría yo. Para él también debió ser importante. Aquella mañana dirigió sus pasos hacia otro puente emblemático de Bilbao famoso por albergar el Guggenheim bajo sus pilares. Bueno, en verdad antes había un cuartelillo de la Guardia civil llamado “la Salve”. Si esos pilares hablasen , más que hablar gritarían porque las palizas que se dieron allí no debieron ser pocas en aquel entonces...Pero bueno, volvamos con Carlos. Aquel día soleado decidió que se iba de aquí, que se piraba, que ya no merecía más la pena el seguir sufriendo por una mujer, que había que atajar de raíz el cáncer que le carcomía por dentro. Se quitó las zapatillas en el borde del puente y sin aspavientos se lanzó al asfalto. Éste no quería ver a su amada, sino a Dios. Así que no habló ni comentó a nadie su agonía. El médico dijo que a mitad de camino ya había muerto por ataque al corazón. Ese motor herido ya no bombeará más penas. Dejó las zapatillas para que le recordásemos. Para que nos diésemos cuenta que su corazón más bien valía una plegaria por su alma pecadora. Y yo me pregunto : ¿qué pecado cometió aquel chaval de 16 años? Si era un crío. ¿Tan duro puede ser la soledad de un desamor? Dios le perdone..

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Se de alguien que vivió el caso del tal "Carlos" de cerca, y la verdad, l vida como la muerte, a veces no tienen explicación (y si la tienen, muchas veces es ridícula).
Mi brindis por to@s aquell@s que luchan por vivir, a pesar de tener que hacerlo entre seres humanos...

9:04 a. m.  

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