lunes, septiembre 01, 2008

ALICIA CAE EN EL AGUJERO DE LA CHISTERA


If you love, will you let me go?
Se hace de noche y empiezo a caer por un agujero sin fin que se torna cada vez más oscuro. Caigo sin cesar y no veo el momento de tocar fondo. He quemado todas las naves posibles y pienso en el pasado , la vida y la muerte: todo lo que dicen que siente un ser humano instante antes de fallecer. El fondo es oscuro y no me deja ver la velocidad a la que mi cuerpo se suspende hacia el infinito. Pierdo el conocimiento un instante, 4 años intercalados de paz y guerra parecen que se terminan en un interrumpido colchón de tranquilidad. Sangre sale de mi nariz y me percato en un segundo que acabo de tocar un suelo, acolchado y placentero. La séptima vida del gato me vuelve a sonreír. Todo indica que sigo respirando, pensado en nubes, su cuerpo desnudo, me revienta pensar que nunca más volveré a probar las mieles del orgasmo infinito. Ése del que nadie olvida, encima del colchón de la muerte en la más profunda oscuridad cuando de repente una puerta diminuta se abre cual telón de teatro. 7 vidas tiene un gato pero sigo siendo un impávido ser humano lleno de melancolía. “! Sólo le pido a Dios que MI muerte no me sea indiferente!”. Intrascendentemente miro hacia la puerta abierta a la nueva resurrección y nado en aguas tenebrosas hasta agarrarme a la única ración de vida que rezuma a mi alrededor. Observo que la ardilla de cola blanca será mi nueva hacedora. Ella querrá mostrarme el camino de vuelta a casa, a la vida, por el sendero pedregoso. A pesar de mi fuerza interior, no me hace avanzar el amor, ni el miedo, sino el instinto más primario y asexual desde el comienzo de los tiempos: el de la supervivencia. Pero la subsidiaridad también es un instinto claro, y cualquier soldado deberá hacerse cargo del cadáver de su compañero, una ardilla o el monstruo de la cueva. Y salgo de la cueva por mi propio pie, aferrado a mi nueva amiga. La ardilla me cede su hombro y empiezo a llorar. Lágrimas de felicidad salen de mis ojos recorriendo las mejillas frías, heladas de paz. La muerte corre en contra de la subsidiariedad. Al fin y al cabo alguien tiene que hacerse cargo. Parece una puerta realizada expresamente ad hoc para un alma pecadora. Mi silueta fofa entra holgadamente y atravieso el umbral que separa la vida y la muerte. La vida es tan clara y luminosa… despues de todo, ¿no se trata de aclarar conceptos?