viernes, enero 30, 2009

VISTIENDO HARAPOS




¡Oh Muerte! ¡tú que te acercas a mí sigiloso, con ganas de batalla!
¡oh Muerte! Deliciosamente te aproximas a mi lecho cada noche, cada instante. Muero cada día a medianoche. Sueño, imploro tu presencia mientras anhelo tiempos mejores.
¡oh Muerte! Estás a mi lado en mis momentos bajos. Estás a mi vera cuando sufro, cuando lloro, cuando cierro los ojos, cuando me acaricio con la mano el pelo. Me toco la melena y presiento que te entremezclas entre cada mechón de mi cabellera.
¡oh muerte! Tú que te has llevado a mi ser más querido. Algún día me iré contigo, tú no lo sabes pero te estoy esperando. De sobra sabes donde moro, donde pernocto, con quien me relaciono. No tienes dudas de mi forma de vida; no obstante, no te das cuenta que cada noche abro los brazos y ruego por ti. ¡yo ya no te desprecio! Yo también te conozco, sé donde vives, sé quién eres, sé con quien te acuestas. Ya no me vas a sorprender en la oscuridad, ni me alcanzarás con tu amargura nunca más. Hace tiempo que espero que vengas por mi. Ni unos ni otros son capaces de resolver el jeroglífico en que se mi vida se ha transformado. Siempre dando vueltas y vueltas a la misma cosa cuando es tan fácil. Ya no tendré nunca más miedo, sabré que llegas con el frío de la noche, la lluvia caerá por mi rostro hasta convertirse en lágrima. Se entrelazan como nudo gordiano, per se. Car rien n’existe plus Dans tes bras. Tout paraît perdu, les morts paumés, les routes isolées. Y me doy cuenta por un segundo de lucidez que conozco tu nombre. Te he temido y amado a la vez. Pero nunca más volveré a sentir pavor de tu nombre. Ahora presiento tu fuerza, por la noche. ¿Cuándo sino?
¡oh Muerte! Desaparecer no puedo más. Perderte de vista una quimera, y olvidarte no puede significar sino un paso hacia atrás. Y Abro la ventana del pasado y observo con claridad el amor pasado, las oportunidades perdidas pero no me arrepiento. Por primera vez en este año tengo ganas de gritar y lo hago hasta que mi voz se rompe con el silencio de la ciudad desnuda de sentimientos. Enciendo la luz de la mesilla de noche y veo tu faz entre las sábanas de mi agonía. Cruzo la calle en un estado catatónico hasta una cama vacía. ¿o quizá sea un ataúd presuntuoso? Mi vida, una ignominia al alcance de muy pocos , ya no la soporto más, pero a ti, mi último amor, te deseo cada noche como amante furtivo. Vestido para el éxito me precipito en tus brazos a la vez que me susurras al oído que me amas. Que me amarás eternamente, pero no todavía.
Todavía estoy podridamente vivo y espero mi oportunidad

jueves, enero 29, 2009

6 MESES

Fabio mantiene su postura pesimista en la tertulia sobre el ser humano que mantiene que su íntimo amigo.
-“ el Ser Humano cada día es menos humano…”
- “ya, ya, pero somos parte integrante de esta falacia denominada democracia humana. Hay que pagar los impuestos humanamente y sin rechistar”
Sin más preámbulos, Fabio mira la hora con descaro y manifiesta sus ganas de irse. La amistad es un plato que se sirve frío. Ya lo dijo aquel Papa breve pero lúcido cuando le preguntaron sobre el ser humano: “el vino que es bueno, envejece bien y con el tiempo se convierte en magnífico, pero si sale un vino peleón, al final se convierte en vinagre asquerosa. “
Puede ser una gran conclusión sobre la humanidad en sí misma, pero a Fabio eso ya le da lo mismo. La soledad se lleva mal con Don Perignon o con vinagre Carrefour. No importa lo obcecado con la que afrontemos el pasado, o el presente ya que el futuro se presenta turbio. Más bien, a Fabio le preocupa la humanidad o la falta de ella. Porque el hecho en sí está hoy más que nunca en entredicho. En el primer mundi-hostia no queremos ninguna responsabilidad y el egoísmo campa a sus anchas entre los actores de esta farsa comedia en la que se ha convertido la sociedad. A los abuelos se les enchufan a los nietos, para así ahorrarse los hijos el dinero de la Nanni. Luego, al irse de vacaciones a Nueva Zelanda los abuelos estorban. ¿realmente creen los abuelos que no acabarán en una sucia residencia? A Los hijos que han (mal)criado se la traen floja la carne de su carne y ¿creen que van a cuidar de ellos cuando lo necesiten en su vejez? El ser humano se obceca por no querer ver la realidad que tiene a un palmo de narices.
Y en los trabajos, cada vez vemos más y más competitividad. A nadie importa si vives o mueres al incorporarte a tu jornada laboral, como para pedir más peras al olmo. El olmo ha dado todo lo que tenía que dar. Fabio con sus 33 cuasi-años ha empezado a ahorrar para pagar la residencia. No espera que sus hijos cuiden de él, incluso duda si llegaré a concebirlos. ¿Para qué criar cuervos si cuando te descuides te sacarán los ojos? Engañarse a uno mismo cobra sentido hoy en día, hoy que presiento que los políticos no han aprendido nada de sus mentiras estos últimos 30 años. Todo son mentiras y más mentiras edulcoradas con promesas irrealizables. El otro día llegué a pensar que al nuevo año solo le pido SALUD, ya que los políticos me han prometido el resto.
Y Fabio se acerca al espejo del cuarto de baño, se mira a la cara amargada y se pregunta si habrá algo que merezca la pena mañana. Sí, sí mañana porque hoy se encuentra demasiado cansado para continuar reflexionando sobre dogmas de fe. La verdad salta a los ojos y no queremos verla. Ahora el negro Obama tiene lo que mis blancos ojos tanto y tanto han anhelado: EL MALETÍN DE LOS MISILES.
¡Apriétalo de una jodida vez Yankee mentiroso! ¡Demuéstrame que los tienes bien puestos para terminar de una vez con el artífice todo mal! Un zumbido asoma por el horizonte a la vez que abro una lata de Coca Cola bien fría. ¿será la última que mis labios saboreen?

lunes, enero 19, 2009

BERGER, COMME D'HABITUDE!

Son las 11.05 de la mañana, llueve a cantaros y hace un frío helador. La calefacción del coche está al máximo de sus posibilidades y dentro (gracias a Dios) no se siente tanto el desagrado de una desapacible mañana de invierno. Ojeo desde el horizonte el monte Serantes, al fondo, cubierto totalmente de nieve mientras divinamente se perciben esas nubes altas que nos auguran una helada monumental. El radiocedé salta continuamente de pista ya que Fabio no encuentra el estribillo adecuado que tararear. Canta y canta sin parar hasta el grito pero no le acaba de convenir ninguna de las mil y una canciones que alberga el reproductor en sus tripas. No hace faltar en un coche automático y eso le permite al conductor establecer un anexo entre el tiempo que resta al juguetear con la palanca de cambios y decide acercarse un chicle a la boca entre gritos y sollozos.
¿Cómo encontrar el sitio que me corresponde en el mundo?¿acaso existe un devenir que desconozco y que está por llegar? ¿tal vez sea mi sino, mi suerte, ventura o desventura no encontrar jamás el camino, la ruta hacia la que llegan todos los seres humanos?
Animales a siniestra y edificios esclavos a mi izquierda. Hospitales con enfermos a derredor y frío en la mirada de los demás conductores. Un atasco momentáneo me permite observar con detenimiento la cara de infelicidad de una conductora en su Renault Clio. Nada más lejos de la verdad, ya que un minuto después se pone a reír a carcajada limpia…!está hablando por el móvil!
Y Fabio sigue en sus trece, intentando encontrar el sentido de la vida en las canciones, en los pequeños segundos de felicidad que nos aporta la vida. Una sonrisa malévola sale de mi interior al ver por retrovisor una pareja morreándose. Aprovechan el impasse de una décima de segundo sin atención al asfalto. Un amigo del alma piensa que no podemos alcanzar la felicidad absoluta porque nos la han vendido muy cara en los medios televisivos, pero se equivoca. El hombre jamás será feliz por sí solo. Ya que el hombre como ente etéreo nunca será capaz de ser feliz completamente , está escrito en la condición humana del ministro Malraux, se sabe desde tiempos pretéritos que el ser humano no se conforma con nada, siempre quiere más y más, se empeña en tener más y más hasta que….
¡espera! ¡ya está! El reproductor escupe una rengaine olvidada de Michel Berger. Ahora ya no importa nada, ya no me importa nada, solo la música. Tú y yo, vieja amiga que no me abandona. La soledad se lleva mejor con ella de compañera de viaje. “¡quiero cantar por aquellos que olvidamos poco a poco , aquellos que están lejos de sus casas y que tienen en sus ojos algo que hace mal. Cuando pienso en ellos, me duele!”

sábado, enero 10, 2009

Mateo cuando era Nicola

La mentira no permanece en la muerte, él lo sabe, yo lo sé, y sin duda alguna Nicola lo sabe. El todo poderoso protagonista de esta epopeya histórica, en lo que a lo humano se refiere, conoce todos los vericuetos del ser. ¿es la muerte la salida a esta terrible agonía?¿ o es seguir viviendo la respuesta a mis plegarias? ¿significa la oscuridad una entrada hacia la libertad? Caerse al cemento frío, dejarse caer, flotar un instante en el aire hasta destrozarte hasta el último de los huesos del cuerpo. Un solo segundo de tranquilidad, no sientes nada salvo los huesos rotos. La pregunta solo puede ser CUANDO. Me encantaría estar hecho a “prueba de balas”, saber que no voy a morir tarde o temprano, superar el miedo a lo desconocido. La enfermedad no está comiendo las entrañas, me come por dentro como nada lo haya hecho en esta vida. No hay nada, no hay amistad, no hay amor, no hay paz ni un solo momento del día, todo parece perdido mientras permanezco inamovible en mi sillón verde-amarillento. Doy un paso hacia las catacumbas, pero ya no siento nada. No recuerdo lo que significaba sentirse sano, no me acuerdo de nada. Viento del norte me golpea la faz y un dulce musiquilla se oye en la lejanía. Una anciana abre la puerta de su casa con un perro en brazos. Todo era mentira y yo lo no lo sabía. Quería saber pero mi cuerpo no me dejaba. Uno empieza de 0 condicionado ante el sufrimiento; conclusión: ya no empieza de 0. Empieza de menos un millón. Hablo con la anciana mientras su perro no deja de ladrar. Me he convertido en un espíritu que deambula sin norte. Hablo con ella durante un breve espacio de tiempo mientras mis huesos terminan por desquebrajarse. Mis pulmones de porcelana acaban de explotar y esputo sangre aliñada con partículas horrorosas. Tengo miedo y se nota. La anciana sigue hablando y el perro gritando. Ella grita pero ya no escucho nada. Mis ojos se van cerrando a la vez que las voces se me hacen cada vez más y más lejana. El fantasma de los tiempos pasados se posa sobre el árbol adyacente a la casa de la anciana mientras me muestra en una décima de segundo mis oportunidades perdidas. Mis ideas sobre política, la sexualidad y los amigos de la infancia se desvanecen con el paso de los segundos que separan la vida y la muerte. Desaparecen en el preciso instante, congelado en el paso de grado, que la anciana me sigue vociferando al oído. Pero, ¿se cayó de la azotea o simplemente se ha suicidado? Las zapatillas en el balcón atestiguan la verdad incómoda pero angosta de la auto-muerte. ¡ deja de susurrarme al oído tantas tonterías! Tengo miedo y ya no me molesta resoplarlo y que todo el mundo se percate de mi inocencia. ¡para de susurrarme al oído palabras de felicidad! Ya no existe felicidad en mi.
Todos y cada uno de nosotros sabe el affaire de mi vida. ¡déjalo ya! ¡para de gritarme al oído! Me hace daño, tengo miedo, no quiero morir… no todavía. ¡por favor! ¡páralo ya, Dios! No me acuerdo ya de cómo era.
Era un suicidio. Me desabrocho las zapatillas, miro a la anciana, cojo carrerilla desde la habitación, me apoyo en la barandilla. ¡no grites más!

jueves, enero 01, 2009

She lives a lonely life

La penumbra del invierno rezuma melancolía, añoranza de seres perdidos, anhelo de una vida mejor. Pasada o futura, pero mejor. De repente te das cuenta que te has hecho mayor, que la edad no perdona, nunca mienten los años, compañeros de viaje a ninguna parte. Los años te hacen ver la vida de una forma diferente. Años que se pierden haciendo labores incómodas, realizando tareas molestas, perdiendo el tiempo esperando un milagro que nunca acaba de llegar. La penumbra da lugar a oscuridad y la luz no llega nunca en invierno. Parece que los días son eternos en su melancolía, paredes que son prisiones, luz artificial que destroza los ojos. Un piano se oye de noche entre sollozos, cuan niño gimiendo. Llora de pena, soledad. Horas intempestivas en las que sientes que de repente todo puede pasar. Algo grave se atisba en el agujero de la puerta. Es negro, no huele a nada, parece romboide. El pasado llama a la puerta de tu alma: ¿le dejarás pasar? ¿recordarás tiempos mejores? ¿sabrás cuando haya llegado el final? Lo suficientemente sabio como para discernir entre morir y querer morir. Porque el pasado saca lo peor que hay en todos nosotros. No te deja dormir, no te deja sentir, no te deja concentrarte en lo importante cuando quiero colocar mi mente en el futuro. Es la canción en un bucle infinito, que no cesa en su empeño por recordarnos lo jodido que se puede sentir un humano en soledad.
Hace varios años, perdido en otras tierras, otras lenguas, otro idioma, me encontraba en un hotel de carretera sin conexión alguna con la vida civilizada cuando tuve la inmensa suerte de
1º tener a mi alcance un aparato de televisión
2º al azar poner cualquier canal
3º justamente acaba de comenzar una de las películas que más han influido en mi forma de pensar en estos últimos años
Es sin duda un alegato a la vida, a la historia, una forma de pensar cambiante durante 3 horas largas o qué sé yo de carga vital sin censura. Entonces tuve la suerte maravillosa de visionarla en francés, idioma extranjero que todavía no controlaba lo suficiente como para saborear cada pequeño segundo de film. Bajo el título de “nos meilleurs années” disfruté de minutos de oro de la historia italiana, pero sobre todo de nuestra propia historia. Mateo y Nicola, dos hermanos contrapuestos que llevan una historia bien diferente. Mateo policía, Nicola psiquiatra. Mateo sufre y busca en los libros la salvación eterna, hasta que el amor o el desamor inclina la balanza. Será la gota que colmará el vaso. Su suicidio condiciona la vida de Nicola hasta que su imagen llega a convertirse en cadenas al verdadero amor. “ La mejor juventud” es un alegato a la vida , es una defensa a ultranza de la amistad hasta las últimas consecuencias y es en medio del monte de la Toscana cuando el fantasma de Mateo deja libre a la pareja protagonista. Les abandona a su propia suerte. El tiempo se inmoviliza hasta que sus labios chocan. Dura como una roca, frágil como el cristal de Bohemia, esta película es la mejor que mis ojos han visto en esta última década, una pequeña gran maravilla sobre sueños, ideas, muerte tal como es, niños revoloteando alrededor de Nicola y sobre todo vida. Porque de eso va este puto rollo que nos ha tocado vivir. Sin felicidad somos etéreos , sin amor una veleta sin viento, sin amistad nada merece la pena.
Nicola:” ¡pero mamá! ¿porqué las cosas feas nos parecen naturales y las hermosas nos cuesta tanto creerlas?”
Los hijos nos dan la vida sin duda.