jueves, abril 22, 2010

Desde София a Istambul

Atrapado en la frontera entre Bulgaria y Turquía mis huesos se descomponen a ritmo de traqueteo y silbando entre dientes la mejor canción española de todos los tiempos. Tarareando el estribillo abono de inmediato el visado de 15 euros que cuesta salir de Europa y entrar en Asia a un guarda de aspecto sospechoso vigilante en mitad de la noche furtiva. Y pienso que esta es la tercera vez que cambio de continente en apenas un año. No por eso dejo de tener miedo, el pavor tiene nombre de mujer y se pronuncia en cirílico mientras le pego un sorbito a una botella de medio litro de agua comunista. No obstante el instante carece de la menor importancia filosófica ya que tengo la delicada impresión que no me gusta estar lejos de casa, que ya llevo demasiado tiempo alejado de la patria. Cambio de idioma pero sigo sin entenderme con nadie. Mismo problema, distinto continente. Y me monto de nuevo en el autobús turco ultimo modelo añorando más que nunca el amor perdido que ya nunca volverá. Y me cuestiono imparcial lo que hubiese sentido junto a él, si hubiera gozado a su vera como niño con zapatos nuevos, y sobre todo me planteo inquieto que será de mi dentro de los mismos años en los cuales sufro en silencio. Pañuelo en mano me sueno los últimos mocos que me quedan, aparto de mis mejillas las últimas lágrimas vertidas aparentando una tranquilidad falsa y ruin. Y la razón es porque el pasado pesa como una losa y nada, absolutamente nada puede aliviar mi pena tan dolorosamente intrincada dentro del alma. Amontono recuerdos, guardo caricias entre la camiseta y mi piel. Ahora necesito dormir, son las 2 de la mañana, soy 15 euros más pobre y no entiendo una palabra de la película de mierda que sale del respaldo anterior del asiento que se situa enfrente.

“En la piel tengo el sabor del llanto eterno que han vertido en ti cien pueblos desde Algeciras a Estambul” JMS

http://www.youtube.com/watch?v=fLncb1lu56E&feature=related